(...)
La he visto frente al lago esta mañana, recostada en el cerezo. Tenía
los ojos de un rojo enfurecido. La maldita alergia -me ha dicho-.
Es
cierto. El polen inunda el agua cristalina en primavera y hasta puede
teñir las lágrimas, en mañanas como esta. Yo he visto resbalar por las
mejillas auténticas lágrimas amarillas.
Aunque diría que ése rojizo tendía más a otra tonalidad: a rojo recuerdo...
De lo que no estoy seguro es si el recuerdo se le había metido en el
ojo o si ya lo llevaba dentro y ahora florecía en llanto primaveral,
como queriendo tintar de excusa su triste mirar (...)
©Nía Murtal
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