Amanece.
Maldigo el despertador,
los efectos del café, del baile,
del vino...
Y a éste corazón que se anticipa a la razón,
que responde por impulso
que me empuja a caer del mundo.
Y te maldigo.
Entonces, te miro.
Olvido la canción que aún resuena en mi cabeza
y conviertes resaca en poema
Y bendigo
Lo inconscientes que somos, a veces,
las horas ganadas al tiempo
y los instantes que olvidamos
que nos hemos desayunado el festivo
que se ha hecho tarde
que pierdo el tren, la cordura
y la cabeza...
Y que me gusta
andar sin ellas !!
© Nía Murtal
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