amantes...
El
sol estaba vergonzoso... apenas asomaba un leve destello por la
estrecha rendija abierta entre las nubes. De pie, frente a su particular
mirador, obrservando el despertar del paisaje en esta mañana de aspecto
invernal...
A su derecha, clareaba. A su izquierda, una gran masa
gris bajo el cielo, de un pesante plomizo que enturbiaba el horizonte.
Como si fuera él mismo el meridiano que separa dos mundos.... opuestos,
pero paralelos. La carícia del resplandor en su cara... la tormenta
amenazante, en su cruz....
Humeante... el café. El aroma matutino, a
caballo entre el sueño y la realidad, entre la noche y el día... entre
la calma y la tempestad...
Así era él... la paz y la guerra, el
azúcar y la sal... dócil y salvaje... Un torrente de pasión derramado
en cada rincón; un terremoto a su paso... aún caminando despacio; una
oda a la alegría, en cada una de sus sonrisas... La tierna carícia, que
calma y alivia...; el sosiego de unos brazos... tras un llanto desconsolado; un paraguas protector, con lona de corazón...
Ella lo contemplaba, como todas las mañanas... lo hacía cada día, era
su medicina... Al salir de la ducha, envuelta en su albornoz, descalzos
sus pies y su melena... revuelta. A tan sólo unos pasos... era su
instante mágico. Le parecía pura vida, este momento del día...
El siempre se estremecía... aunque su mirada no veía... La esperaba,
como si nada, escondiendo su deseo de poder mirarla de nuevo... Notar su
piel en la espalda, y su melena... mojada. Escuchar sus buenos días...
sus palabras, eran carícias... Tal vez hoy sería brisa, o podía ser
huracán... quizás tormenta tropical... Ella era así... infernal o
angelical...
Y es que ellos... son así. Creando la estación, al
tiempo de su razón... el clima de su locura... El agua que apaga el
fuego o el calor para un frío lecho...
Ellos tienen ese arte, de hacer los días cambiantes... ellos beben los instantes, como sorben los amantes....
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